Domaine De Montille

Domaine De Montille

La Domaine De Montille es una bodega con una gran historia. Los De Montilles forman parte de esas familias que perpetúan la tradición borgoñona de grandes líneas de viticultores que han mantenido sus vides de generación en generación durante décadas, sin ceder nunca a las sirenas de afuera. Una cosa original aquí es que la familia tiene sus raíces vitivinícolas incluso antes de la Revolución Francesa y la expropiación de tierras con el perfil de individuos. La finca en sí nació en la década de 1730 con los Señores de Commeau. La casa familiar pronto se basó en Volnay, en el centro de la Côte de Beaune. Fue en 1863 que la finca tomó el nombre de Domaine De Montille. En ese momento, Étienne Joseph Marie Léonce Bizouard de Montille dividió su tiempo entre sus dominios de Volnay y Créancey. También fue uno de los fundadores de la Sociedad de Agricultores de Francia. Aunque tienen un verdadero tesoro de más de 20 hectáreas de Pinot Noir en Côte de Beaune y Côte de Nuits, estas parcelas se están vendiendo gradualmente. Cuando el nieto de Étienne tomó las riendas de la finca, solo quedaban 2 hectáreas en Volnay.

En la década de 1950, Hubert de Montille realizó una gran cantidad de trabajo para construir y restaurar el prestigio de esta finca y sus tierras. En lugar de ofrecer vinos muy técnicos, Hubert de Montille ofrece vinos auténticos, puros tesoros del terruño de Borgoña. Poco a poco, domaine de montille se va imponiendo en Borgoña con estos vinos tradicionales con una fuerte personalidad. La fama internacional llegará con él, Hubert de Montille, que llevará una brillante -doble- carrera entre la barra y la vid. Fue uno de los primeros en dejar de vender al comercio y creer en el futuro de las añadas de paquetería y en una vinificación suave y paciente. Todo para conseguir grandes vinos para la crianza, todo en longitud y estructura. Desde 1995 su hijo Etienne ha tomado la antorcha, tomando también decisiones clave, con la certificación completa de la finca en biodinámica y el retorno al uso de toda la cosecha, para lograr vinos finos, elegantes y sedosos. La finca es ahora una joya del patrimonio vinícola de Borgoña, con 35 hectáreas de viñedos, todas idealmente ubicadas.

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